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¿Los celos matan o alimentan las relaciones de pareja?

Los celos pueden sentirse como un dolor autoinfligido, provocado por un sentimiento penoso de inseguridad y de inferioridad, de soledad y de traición y que puede convertirse en una emoción de rabia muy intensa, tanto es así que puede provocar actuaciones en las cuales las habilidades sociales pueden entorpecerse al máximo incluso pueden llegar a ser violentas.

Es un sentimiento de minusvaloración personal, desprecio de la esencia de uno mismo proyectado en el desprecio de otra persona con respecto a uno mismo.

Tiene que ver con la defensa del territorio y al ser éste un instinto primario, animal, esencialmente visceral y que se produce en todos los animales, la salida puede ser asimismo puramente instintiva, si no se resuelve de una manera racional y a través del diálogo.

Cuando hablamos de territorialidad no sólo hablamos de territorialidad física sino afectiva, y en los humanos ésta puede ser más des compensatoria que la pérdida de territorio físico incluso.

Los celos puede ser no solo ser celos pasionales de amor

Sino también de atención, también de territorio físico cuando le quitan algo a alguien para dárselo a otro, despacho por ejemplo), pero los más característicos y los que ocupan el tema de hoy son los sentimentales.

A todos los humanos nos pueden atacar sentimientos de celos, la salida siempre es el diálogo, es decir comunicar estos sentimientos, de esta manera se produce una catarsis, es decir, un alivio inmediato de los síntomas que siempre será una salida más satisfactoria que cualquier otra.

Los celos se aprenden en la infancia, cuando no se han presenciado regularmente situaciones de generosidad en la atención y en el amor que se tienen por los demás y en concreto para con uno mismo… (complejo de Edipo, Electra, nacimiento de hermanitos..)

Los celos no son sentimientos aprendidos, pero se activan en la infancia y la persona que ha aprendido a tener celos durante la infancia ser el día de mañana podrá ser atacado más fácilmente por este penoso sentimiento.

Sentimientos de triangulación de las relaciones afectivas. Se producen durante la infancia (complejo de Edipo y Electra y nacimiento de nuevos hermanitos).

Las relaciones entre tres personas suelen ser más difíciles que en cualquier otra dinámica, generalmente mucha madurez tiene que haber en el ambiente para que entre dos de los miembros no se produzca un problema que generalmente tiene que ver con celos sobre la atención de la otra persona (el tercero) hacia uno.

El tipo de personalidad que tenga la persona tendrá que ver mucho con cómo reaccione

Si es tipo de personalidad que bajo presión funcione de una manera visceral habrá riesgo de «el paso al acto» (acting out) y al ser una emoción penosa o negativa habrá mucho más riesgo de que se produzca una situación violenta.

Si es una persona que bajo presión actúe de una forma emocional, habrá riesgo de depresión o tristeza con el consiguiente entorpecimiento de su conducta tanto en la interacción con su pareja como social.. si es una persona que bajo presión actúe de manera intelectual, el pronóstico es mejor ya que evaluara bien la situación y le dará proyección de futuro, tiene mucho que ver con la inteligencia emocional de la que tanto hablan los psicólogos hoy día.

El sujeto más intelectual y que controle mejor sus emociones y sus impulsos probablemente estará mejor dispuesto a darle salida a su emoción con el diálogo. Pero también sabiéndolo se puede aprender a reaccionar de una manera más tranquila y con COMUNICACIÓN.

Comunicando las emociones que se sienten en cada momento con la persona adecuada se produce automáticamente un alivio de síntomas y por tanto se le dará mejor solución al problema. Que dejara de ser irracional y pasará a ser el tema de una conversación interesante entre dos e incluso tres personas.

Los celos pueden conducir a la violencia si la persona se rige bajo presión por impulsos viscerales.

¿Cómo resolver el problema de los celos? Solo hay una única manera: el diálogo, es decir, hablando sinceramente sobre lo que uno siente en cada momento con la persona a través de la cual se sienten celos. Es muy importante hablar sobre los sentimientos negativos, al hablarlos se produce otro sentimientos de comprensión y casi de catarsis entre dos personas que tengan ese problema

Los celos ¿Matan o alimentan?

El eterno humano chapotea entre fantasía y razón en las turbulentas aguas de las pasiones, allí donde la seguridad en el otro es el mejor blindaje frente a los celos. El problema comienza cuando un excesivo sentido de la seguridad le incita a la posesión del otro. Es el comienzo del fin.

Toda relación hunde sus raíces en el tumultuoso mundo de las pasiones y nos lanza a una aventura emocional de cuyo desarrollo no siempre somos dueños. Los celos serían uno de esos mil rostros que adopta el amor sin nuestro consentimiento.

Cupido agudiza el sentido de la posesión y nos dejamos invadir por un sentimiento de codicia hacia el ser querido en la creencia de que nos pertenece en cuerpo y alma. En las empresas del corazón no queremos a nadie por socio, y gozar del otro en régimen de exclusividad se convierte en el privilegio pactado de un egoísmo consentido.

Frente a los caprichos de la fortuna, el miedo a perder al amado en brazos de un tercero se cuela por las fisuras de nuestra autoestima y se proyecta sobre el pasado, el presente y el futuro.

Alimentar este temor lleva a contemplar al resto de los mortales como posibles rivales y a entrar en una espiral de competencia. Al calor de lo que se vive como una traición u ofensa larvada acuden en cortejo la inquietud, la sospecha y la desconfianza.

Dentro de un orden, los celos forman parte de un juego de halagos mutuos; nos enorgullece despertar ese sentimiento en el ser querido, a quien devolvemos el cumplido con las mismas; pero resulta peligroso emplearlos como estrategia para estimular el interés del otro.

Con eso de que la confianza mitiga el deseo y el temor aviva sus llamas, en ocasiones exploramos nuestra capacidad de conquista para que la alarma se dispare. ¡Ojo, esta táctica puede volverse en contra y desencadenar consecuencias no deseadas!.

Los celos fundados o infundados acechan a cualquiera, pero no todo el mundo sabe dosificar su efervescencia.

Un temperamento apasionado no concibe el amor sin ellos y sucumbe a su embrujo de una forma visceral, mientras que los de talante frío invocan a la razón para no caer en lo que consideran una bajeza. La seguridad que nos inspira la relación que tenemos entre manos también influye a la hora de alentarlos o desecharlos.

Como pájaro de mal agüero, la suspicacia anida en el corazón celoso; con sus radares siempre alerta capta el mínimo detalle y su mente calenturienta pone el resto. En su afán por dar crédito a todo lo peor, adopta el papel de policía y mantiene a su pareja bajo sospecha permanente.

La vehemencia de esta pasión conduce a los celos patológicos, una enfermedad obsesiva que destruye todo entendimiento amoroso. Recuerde que aunque en pequeñas dosis pueden ser afrodisíacos, abusar de ellos resulta letal para el amor.